LA LIEBRE Y LA TORTUGA
En el pueblo de los animales parlanchines vivía una liebre con unas
orejas muy grandes. La liebre era muy veloz y, por eso, le gustaba
presumir delante de todos los animales de ser la más rápida corriendo.
Además, la liebre siempre se reía de la tortuga, de sus patas cortas y
de su lento caminar.
Todos los días, al ver pasar a la tortuga, la liebre le decía:
-¡Buenos días, señora tortuga! ¿A dónde va usted tan lenta? ¡Ja, ja, ja!
La tortuga, que era muy buena,no se enfadaba nunca, porque
quería llevarse bien con todos sus vecinos.
Una mañana la tortuga tuvo una idea y le dijo a la liebre:
-¡Buenos días señora liebre!.
Todos los días la oigo decir lo mismo, pero ¿se atreve a correr
conmigo para ver cuál de las dos llega antes a la meta?
La liebre, al oír esto, casi se muere de la risa, pensando que le ganaría
fácilmente pero, como tenía ganas de divertirse un rato, aceptó.

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